Como por desgracia sabemos, el ya irreversible cambio climático hace imprescindible que activemos nuestra conciencia ecológica y que hagamos un cambio significativo en nuestros hábitos de consumo. De este modo, el reciclaje y la sostenibilidad son de vital importancia y de ahí la necesidad de que los envases que contienen los productos que consumimos sean fácilmente reciclables.

Los envases metálicos o las familiarmente llamadas latas, son envases que se reciclan al 100% indefinidamente, es decir, se pueden reutilizar sus materias primas tantas veces como sean desechadas. Debido al alto precio del acero y el aluminio en el mercado, las latas son de los envases más reciclados en el planeta (un 66%). Por contra el aluminio se obtiene de la bauxita, un mineral que se extrae a cielo abierto. Este tipo de minería causa graves enfermedades respiratorias tanto a los mineros como a las poblaciones cercanas, provoca una gran dispersión de polvo rojizo por el entorno e introduce elementos tóxicos (como metales pesados) en las aguas de los ríos. Tres cuartas partes de la producción mundial proceden de Australia, China, Brasil y Guinea-Conakry. Al menos en los tres últimos países sus normativas ambientales son, si no inexistentes, muy laxas. Además, para procesar la bauxita y obtener el aluminio, se precisan grandes cantidades de agua y energía (ésta, en concreto para efectuar la electrólisis de la alúmina, el material intermedio).

Aluminio reciclado, pero no identificable

Por el contrario, el aluminio reciclado es otra historia muy distinta. Reciclarlo consiste, simplemente, en refundirlo (una vez separado de otros materiales que puedan contener los residuos de aluminio, como pueden ser las pinturas). Según la Asociación Española de Refinadores de Aluminio, en esta refundición se usa sólo el 5% de la energía que se precisa para obtenerlo virgen. Se puede hacer el proceso de forma indefinida y el material reciclado que se obtiene, tiene propiedades idénticas al material virgen. Lo que ocurre es que los consumidores no podemos distinguir si en los objetos que compramos, el aluminio es virgen o reciclado y, de hecho, algunas veces habrá de los dos tipos. Dado que las propiedades físicas son idénticas, los fabricantes de objetos de aluminio pueden mezclar lingotes de ambos tipos. A pesar de la diferencia abismal de impactos de uno y otro, ni la administración ni la industria han establecido ningún distintivo para facilitar el origen del aluminio.

En conclusión: Los enormes costes ambientales de la extracción de la bauxita, y también el gasto energético del transporte y proceso de reciclado, hacen desaconsejable el diseño en aluminio para objetos de un solo uso, sobre todo porque existen en el mercado otras alternativas. No obstante, si decidimos utilizar estos envases para alguno de nuestros proyectos de packaging, lo mas aconsejable es asegurarnos de que la procedencia del aluminio sea 100% reciclado.